Hoy más que nunca, identificar y contener oportunamente factores externos disruptivos influye positivamente en los indicadores en el trabajo en obras.
La construcción es un sector muy sensible en materia de seguridad y salud laboral. Durante 2022, registró una tasa de accidentabilidad de 3,6%, la tercera más alta detrás de la industria Manufacturera y de la de Agricultura y Pesca. Su siniestralidad promedio, que mide las incapacidades y muertes provocadas por accidentes del trabajo y/o enfermedades profesionales, es de un 66,7% el 2023.
Según los expertos, estos indicadores son reflejo difícil escenario que atraviesa el sector, marcado por el menor inicio de obras, los despidos y la quiebra de varias empresas. Por un lado, porque la menor masa laboral impacta sobre la tasa de accidentabilidad, que es proporcional al número de trabajadores. En segundo lugar, porque la incertidumbre también se traspasa a los trabajadores, aumentando la posibilidad de accidentes o enfermedades laborales.
“Este nuevo factor implica que, además de trabajar en términos de acción y condición, que son detonantes de un accidente, es necesario un enfoque integral que se ocupe también del ámbito del bienestar emocional, que está dentro de la salud ocupacional. Si la seguridad y la salud no están en balance, se desencadena sí o sí un accidente”, explica Daniel Flores, subgerente de Seguridad, Salud Ocupacional y Medioambiente de Empresas Siena.
A raíz de esta evidencia, el ejecutivo proyecta que habrá un boom de la salud ocupacional en la industria, que ya está siendo favorecido con iniciativas de la Mutual y la CChC, como el Cuadro de Honor y el Compromiso PRO, que facilitan a las empresas del rubro aborden estos desafíos con sus trabajadores y desarrollen el pilar de la seguridad con más profundidad.
Daniel Flores señala que es necesario avanzar desde una estrategia reactiva, hacia una que sea capaz de prever, identificar, medir y trabajar oportunamente la aparición de factores externos que puedan afectar tanto a la mano de obra como a las capas intermedias, como supervisores y jefes de obra, que a veces quedan desatendidos.
“En el caso de Empresas Siena, tenemos la Seguridad y Salud Laboral instaurada en nuestra cultura desde hace 10 años, con un lineamiento único y robusto donde el que llega, se suma fácilmente. Pero también sacamos lecciones de otros años difíciles para la industria, como el 2019 con el estallido social y el 2020-2021 con la pandemia. Esto nos permitió identificar y abordar oportunamente la incertidumbre en las obras, en conjunto con el área de Personas”, destacando que en 2023 ―gracias al acompañamiento y plan de acción diseñado―, tuvieron una tasa de siniestralidad de 28%, muy por debajo del promedio de la industria, que promedia un 66,7% según cifras la de Mutual de Seguridad en el año 2023.
En este sentido, Daniel Flores destaca que para mantener los indicadores bajos es importante medir constantemente la sensación interna a través de encuestas de engage, además tener una comunicación directa y transparente con los trabajadores sobre la realidad inmobiliaria y el contexto país.
Otra acción es fortalecer iniciativas y beneficios sociales, médicos, dentales, etc. “Sumar fuerzas de las áreas de Seguridad y Salud Laboral y de Personas genera un ganar-ganar muy valioso, porque el bienestar de los trabajadores termina siendo un valor compartido e impulsado por dos departamentos, dándole potencia y recursos, sobre todo en tiempos en que donde lo más se necesita es ser eficientes o ajustar presupuestos”, indica el subgerente de Seguridad, Salud Ocupacional y Medioambiente de Empresas Siena.